
En las organizaciones industriales y de alto riesgo, la información siempre estuvo ahí: observaciones en campo, indicadores, auditorías, formularios, permisos, checklists. Sin embargo, durante décadas esa información se reunió de forma manual, fragmentada y difícil de analizar a tiempo. La digitalización no solo cambió la velocidad con la que recopilamos datos, sino también la manera en que entendemos la seguridad. Hoy, el desafío ya no es “tener datos”, sino transformarlos en decisiones concretas, preventivas y estratégicas.
Este fue el eje central del evento organizado por Terrand, “Liderar la transformación cultural de EHS en la era digital”, donde especialistas de diversas organizaciones compartieron sus experiencias, tensiones y aprendizajes sobre el paso de una gestión manual a una gestión digital basada en analítica y participación activa de los operarios.
Lo que surgió fue un consenso claro: la transformación digital no es tecnológica, es cultural. Y el rol del líder de EHS está en el centro de ese cambio.
El primer gran desafío que surge cuando una compañía decide digitalizar sus procesos de EHS es romper con hábitos arraigados. En muchos equipos, los registros manuales no eran solo un procedimiento: eran la forma conocida de trabajar, incluso cuando limitaban la capacidad de analizar, prevenir y anticipar.
“El mayor desafío, sin duda, fue capacitar al personal. Muchas personas estaban acostumbradas a los registros manuales, que dificultan el análisis de datos. Fue clave lograr que entendieran la importancia de registrar y analizar información como herramienta de prevención.”
— Nancy Valeria González, Gerente HSE global en TÜV Rheinland Argentina S.A
El pasaje a herramientas digitales implica enseñar, acompañar y explicar por qué un dato bien tomado cambia decisiones en tiempo real. No se trata de incorporar tecnología “porque sí”, sino de entender cómo esa información alimenta un sistema más robusto, más rápido y más proactivo.
“El paso de indicadores manuales a digitales muestra un progreso enorme, porque centraliza toda la información en un solo lugar.”
— Sergio Oyhambruru, Gerente de HSE en Bayer
La digitalización, entonces, es tan técnica como humana. Es enseñar a usar nuevas herramientas, pero también a confiar en ellas.
Uno de los grandes desplazamientos culturales en EHS es entender que los operadores ya no son “objeto de control”, sino agentes activos de la prevención. Son quienes están en el terreno, quienes ven riesgos antes que nadie, quienes detectan desvíos, oportunidades de mejora y patrones de comportamiento.
“Sin feedback directo del operario, es muy difícil lograr que los equipos realmente se involucren en la seguridad.”
— Julián Fabricio Ledesma, Manager HSEQ en Grupo Servicios Maritimos
El dato más valioso muchas veces no surge del software, sino de una observación que un operario decide levantar. Pero para que esto ocurra, los líderes necesitan crear las condiciones adecuadas: confianza, escucha, seguridad psicológica y un sistema que facilite y simplifique el registro.
“Para que todo eso suceda, tiene que existir seguridad psicológica: un entorno donde la gente pueda hablar con libertad.”
— Hernán Parma, CEO de Safety Mission
Y aquí surge un segundo componente clave: la información generada en campo cambia la forma de mirar el riesgo. Cuando los datos vienen de quienes están en la operación, la prevención se vuelve más sensible, más real y más alineada a la dinámica del día a día.
Hoy, liderar en EHS significa mucho más que garantizar el cumplimiento normativo. Implica guiar un proceso de adopción tecnológica, promover la participación, impulsar la mejora continua y, sobre todo, habilitar un entorno donde las personas quieran involucrarse.
“Los líderes de EHS tenemos un nuevo rol: desafiar procesos y formas de pensar, transformando el liderazgo desde adentro.”
— Hernán Parma, CEO de Safety Mission
Esto exige habilidades nuevas: empatía, escucha activa, capacidades de análisis, manejo del cambio, comunicación clara y la capacidad de traducir datos en decisiones estratégicas. Un cambio cultural debe darse en todos los niveles.
“Si no empezamos a cerrar la brecha entre la alta dirección y la línea operativa, es casi imposible entender en qué punto de la curva de Bradley estamos parados.”
— Demian Cleiman, Director Regional EHS en EHS S.A y Grupo Gaman
La seguridad no se transforma solo desde el campo ni solo desde la gerencia. Es un proceso articulado, transversal, que requiere compromiso de toda la organización.
Una idea clave que surgió durante la charla fue el llamado “efecto pinza”: la necesidad de que la alta dirección se acerque a la primera línea, participe en la planta y se involucre activamente en la cultura de seguridad. Cuando los líderes más sénior bajan al terreno, no solo envían un mensaje potente a los operarios, sino que también marcan el estándar que los mandos medios deben sostener y acompañar.
Uno de los mayores valores de la digitalización es que permite pasar de la retrospectiva a la anticipación. De analizar incidentes pasados a evitar que ocurran.
“Contar con información en tiempo real nos permite mirar hacia adelante. En vez de analizar solo lo que pasó, podemos diseñar programas basados en lo que está ocurriendo hoy, sin esperar a que haya una seguidilla de incidentes.”
— Ariel Werner, Manager HSE en Helmerich payne
La trazabilidad, la conectividad y la interoperabilidad entre áreas hoy permiten lo que hace unos años era imposible: ver patrones, correlaciones, recurrencias y comportamientos que se repiten a lo largo de distintos sitios o regiones.
“La automatización y la digitalización reducen significativamente el error humano y facilitan el análisis de datos. Contar con información y poder gestionarla con herramientas digitales genera transparencia y permite comparar sitios o regiones para aprender de los resultados.”
— Edmundo Martín Moccia, Gerente Regional de Higiene y Seguridad enCompañía Argentina de Levaduras SAIC
Cuando los datos dejan de estar dispersos y comienzan a agruparse en un solo ecosistema digital, la organización gana no sólo velocidad, sino inteligencia.
Uno de los puntos que surgió reiteradamente en el evento fue la tensión inevitable entre adaptar los procesos a la tecnología o adaptar la tecnología a los procesos.
La conclusión fue clara: la tecnología debe acompañar la cultura y potenciarla, nunca limitarla.
Las herramientas digitales realmente útiles son las que:
Pero nada de eso funciona si la innovación no es acompañada por un liderazgo que la impulse, que explique su propósito y que genere adopción genuina.
“Muchas veces intentamos resolver problemas en una mesa chica de tres o cuatro personas y la realidad es que, en el 80% de los casos, la solución la tiene un colaborador de campo. Por eso es clave generar incentivos a la participación.”
— Lucas Bruscagin, Gerente HSE Regional en Mabe Argentina
La inteligencia artificial abre una nueva etapa en la gestión de EHS. No solo porque puede predecir incidentes o detectar comportamientos, sino porque permite entender por qué ocurren las cosas, cuáles son los patrones, y cómo intervenir antes de que un riesgo se materialice.
Además, la nueva generación de trabajadores llega con una mentalidad diferente: esperan tecnología, fluidez, inmediatez, interfaces intuitivas y herramientas que les ahorren tiempo. Para atraer talento, la digitalización es indispensable.
En este escenario, el “deseo tecnológico” del futuro ya no es ciencia ficción: sistemas que integran sensores, registros de campo, analítica avanzada, automatización y flujos de trabajo inteligentes.
Un ecosistema de EHS donde la información fluye, se interpreta y se transforma en acciones preventivas.
La digitalización no empieza en el software ni termina en un dashboard. Empieza en las personas: en cómo registran, cómo aprenden, cómo se expresan, cómo lideran. Y termina en las decisiones que esos datos habilitan.
El evento de Terrand dejó algo muy claro: la prevención del futuro será digital, pero sobre todo será participativa.
Los líderes de EHS que quieran guiar a sus organizaciones hacia una cultura basada en datos deberán trabajar no solo en tecnología, sino en escucha, confianza, acompañamiento y desarrollo de nuevas habilidades.
Porque el dato es importante. Pero la decisión que genera, y la cultura que la sostiene, lo es mucho más.