Inspeccionar visualmente el estado general del alambrado.
Verificar que no haya partes sueltas o rotas en el alambrado.
Revisar la tensión de los alambres.
Verificar que las esquinas estén reforzadas adecuadamente.
Comprobar que no haya vegetación que interfiera con el alambrado.
Evaluar la presencia de daños por óxido o corrosión.
Revisar la altura del alambrado para asegurar que sea la adecuada.
Verificar que las puertas estén funcionando correctamente.
Inspeccionar la base del alambrado para detectar posibles debilidades.
Comprobar que todos los elementos de fijación estén en su lugar.
Revisar si hay signos de corrosión en los postes del alambrado.
Verificar que no haya aberturas o agujeros en el alambrado.
Evaluar la resistencia del alambrado a posibles impactos.
Revisar que los accesorios como grapas o abrazaderas estén en buen estado.
Inspeccionar la integridad de las mallas o cercos adicionales al alambrado.
Verificar que no haya manchas de humedad que debiliten el alambrado.
Revisar que las marcas de identificación estén visibles y legibles.
Comprobar que no haya objetos extraños adheridos al alambrado.
Evaluar la estabilidad general del alambrado frente a condiciones climáticas.
Realizar pruebas de resistencia manual en diferentes puntos del alambrado.