Verificar que la chapa esté libre de rayones visibles
Medir el grosor de la chapa con calibrador
Comprobar que la chapa tenga el tamaño correcto
Examinar visualmente las esquinas de la chapa en busca de imperfecciones
Verificar que la chapa esté correctamente pintada
Realizar prueba de resistencia a la corrosión
Revisar que los agujeros de la chapa estén dentro de las tolerancias especificadas
Verificar que la chapa esté debidamente marcada con el logotipo de la empresa
Inspeccionar la superficie de la chapa en busca de irregularidades
Medir la planitud de la chapa utilizando un borde recto
Comprobar la dureza de la chapa con un medidor de dureza
Verificar que no haya deformaciones en la chapa
Realizar prueba de adherencia de la pintura en la chapa
Inspeccionar el acabado de la chapa en busca de defectos de pintura
Medir la resistencia a la tracción de la chapa con un equipo adecuado
Verificar que la chapa esté protegida con un recubrimiento anticorrosivo si es necesario
Comprobar que la chapa cumpla con las especificaciones de espesor
Realizar inspección visual de la soldadura en chapas soldadas
Verificar que la chapa no presente defectos de laminado
Medir la rugosidad de la superficie de la chapa con un rugosímetro